La vida del cristiano es simple, es fácil de llevar, tenemos 10 Mandamientos, que bien interpretados, aplicados y adheridos en nuestros corazones, nos permiten vivir mejor, ser buenos padres o madres, buenos hijos, buenos vecinos, buenos seres humanos.

Si hoy recordamos y aplicamos solo dos de ellos, el PODER DE LA PALABRA toma importancia y relevancia, mejorando así nuestro buen vivir y permitiéndonos convivir en Cristo y con el prójimo de una mejor forma:

Recuerda que No debes tomar, usar o jurar en el nombre de Dios, de forma banal, con fines o propósitos erróneos o negativos, ni tampoco puedes usar tu palabra en contra del prójimo o de ti mismo pues terminarás manchando tu alma y marchitando tu espíritu.

Quienes creemos en Cristo, tenemos una necesidad espiritual y corporal de estar y vivir en armonía, y recuerda que esa armonía empieza con nuestra forma de pensar y actuar, se transforma cuando interpretamos nuestros pensamientos y se materializan cundo los exteriorizamos, es decir cuando nos expresamos verbalmente.

Si tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo (corintios 6:19), debes preguntarte: ¿como lo debo cuidar? ¿Como lo debo mantener? ¿Como lo debo usar?, la respuesta es simple, debe estar pulcro, limpio, sano, ordenado, tal y como debe estar todos los días tu hogar, tu puesto de trabajo, así deben ser las relaciones con el prójimo, así debe ser tu forma de pensar.

Deuteronomio 15:9, nos recuerda la importancia de NO guardar pensamientos perversos o negativos en nuestros corazones, pues éstos nunca se esconderán de nosotros (Job 42:2) y con seguridad se tornarán en realidad, por ello siempre debes pensar positivamente.

Tu y Yo, Todos, queremos lo mejor para si mismos, para nuestros hijos, padre o madre, para nuestras parejas, familiares, amigos y hermanos de vida, por ello debes siempre amarte, valorarte, creer en ti; piensa siempre en positivo pues es esta forma de pensar la que te otorgará inteligencia y llenará tu corazón de paz, armonía, amor, bondad, y así saldrán de tu boca palabras sabias. (salmo 49:3). 

Con tu forma de pensar estás cimentando tu cuerpo, el templo del espíritu santo; con tu forma de hablar reflejas tu ser y te conviertes en el ejemplo a seguir para tus hij@s, pues ellos repetirán al pie de la letra lo que TU digas.  Recuerda que como tu pienses o hables serás el reflejo de tal cual ser humano eres, ese es el verdadero reflejo de tu corazón. (proverbios 23:7)

Recuerda todos los días de tu vida, al levantarte y al acostarte, que los pensamientos positivos te llenarán de gloria, enaltecerán tu alma y harán que tu espíritu brille, mírate al espejo, mira a tu pareja, mira a quien consideras importante o necesario mirar y di lo que estás pensando en VOZ ALTA, repítelo y recuerda que tus PALABRAS tienen PODER, el poder para que tus pensamientos se HAGAN REALIDAD.

NELSON OSWALDO OROZCO YEPES
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